domingo, 4 de diciembre de 2011

La maldición china

Hace tiempo que me obsesiona la supuesta maldición china (seguramente apócrifa) que da título a este blog. Siempre me ha parecido terrible decir "¡Que vivas tiempos interesantes!", y que sea una maldición. Hay que decir que no sólo es terrible para quien la recibe, sino también para quien la dice. Los tiempos que vengan los viviremos todos los que estemos vivos, y por lo tanto si alguien te dice "que vivas tiempos interesantes", te está diciendo que él o ella no los va a vivir porque se va a morir antes. Eso también es terrible, y no es nada interesante. Ni siquiera es original. Todos lo han hecho, y todos lo vamos a hacer algún día. Lo único importante, o interesante, es lo que hagas antes de morir. Por otro lado, hay que decir que yacer en la tumba es algo que todos hacemos bien. Nadie se equivoca. A no ser que uno crea en los zombis, claro. En fin, es fácil estar muerto, pero estar vivo es muy difícil, lo que no quiere decir necesariamente que sea difícil sobrevivir, aunque a veces también lo es. Lo que es difícil siempre es vivir, tomar decisiones, no equivocarse, saber qué significa acertar. Es interesante y difícil, muy difícil.

Los tiempos actuales, por otro lado, son interesantes, y eso ha hecho que vuelva a pensar en estas cosas. Suceden cosas sorprendentes, que uno no ha sabido prever y que una vez suceden tampoco puede explicar del todo. Y en parte es terrible porque no teníamos ni idea de que las cosas podían ir tan mal. Eso es lo que no supimos ver a tiempo... y aún no nos explicamos del todo. Los edificios más sólidos se han derrumbado, o han estado a punto. Podemos decir como Góngora "cosas, Celalba mía, he visto extrañas". Tenemos la sensación de que todo puede irse a la mierda en cualquier instante. Y lo peor de todo es que esta situación del mundo nos ha quitado el velo de seguridad con el que nos protegíamos de las incertidumbres de estar vivos, que no era otra cosa que la rutina. Por eso son tiempos tan interesantes, y tan terribles. Vivir vuelve a ser difícil, y da mucha pereza, porque hay que volver a pensar fuera de los márgenes de un mundo ya explicado de antemano. No está todo bajo control, Houston, tenemos un problema.

Pero todo esto nos da también una gran libertad, chino cabrón (si fuiste chino). Ya no hay que ser filósofo para ponerse a pensar. Hay que pensar, porque es una necesidad vital.  Y hay que pensar libremente.

Hay que volver a ver el mundo. Sucede como cuando uno se muda a una casa. Ve las paredes, los espacios, se fija en todo. Luego, aprende a vivir mecánicamente en esa casa y con los años acaba no viendo nada. ¿Qué pasa si de pronto se cae un tabique? Tiene que volver a fijarse en su casa (para empezar se preguntará si realmente era un tabique o un muro de carga). Pues bien, a la casa en la que vivimos se le han caído ya unos cuantos tabiques. Los techos se están descascarillando, las puertas no cierran, nos han roto las ventanas a pedradas y el gato ha arañado todos los muebles. Tenemos que volver a mirar al lugar donde vivimos, pensar en sus espacios y en su estructura.

Es difícil vivir, da pereza pensar... pero aún podemos decirle al chino, o al no chino, que vivimos tiempos interesantes porque vivimos y preferimos estar vivos y equivocarnos mil veces a estar muertos perfectamente. De todas formas, por mucha maldición china que nos hayan echado, prefiramos lo que prefiramos, estos tiempos interesantes hay que vivirlos... los que podemos.

viernes, 2 de diciembre de 2011

El pueblo

El pueblo, aparte de ser el lugar donde viven los padres o los abuelos de uno y donde veraneamos cuando no tenemos pasta para irnos a Cancún o a París, es un concepto peligroso en según qué manos, como Dios o la libertad.

El pueblo es, precisamente, la gente que a veces no tiene más remedio que veranear en el pueblo.

El pueblo, unido, jamás será vencido, pero nunca se une y siempre es vencido.

El pueblo es la gente que va en el Metro. Esa que huele mal y no deja salir antes de entrar.

El pueblo es quien a veces grita en las calles para oponerse a los que susurran en los despachos. Se le ve venir al pueblo, por eso llevan las de ganar los de los despachos.

Sentirse parte del pueblo nos llena de fraternidad y buena voluntad porque olvidamos que ese vecino que nos cae fatal también forma parte del pueblo.

El pueblo nunca se une y siempre es vencido... pero algo de poder debe tener cuando tiene tantos aduladores. "El pueblo ha hablado". "El pueblo nunca se equivoca". ¡Ojo! Un adulador siempre quiere algo a cambio de sus adulaciones.

Al pueblo a veces se le añade la coletilla: español, francés, catalán, indio... Al pueblo le cuesta globalizarse, por eso los comunistas se inventaron aquello de "proletariado".

jueves, 1 de diciembre de 2011

Memoria inmortal de José Luis Rodríguez Zapatero

para seguir con el tono quevediano

Faltar pudo su patria a Zapatero,
pero no a su defensa sus hazañas;
¿te ríes? si me invitas a unas cañas
el cuento de este César te refiero.

Llegó desde León como cordero
a hacerse timonel de las Españas,
y aún desconocemos con qué mañas
pues era tan astuto como fiero.

Perdido, se encontró la nueva vía
ni a izquierdas ni derechas, que teniendo
talante le sobró la ideología;

la crisis combatió con un remiendo,
el paro con un parche cada día...
¿Por qué no funcionó? ¡Yo no lo entiendo!