viernes, 7 de agosto de 2015

¿Cuántos kilotones son demasiado kilotones?

Fotograma de la película ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú


Con motivo de la conmemoración del 70 aniversario de las bombas de Hiroshima y Nagasaki el otro día emitieron en televisión un par de documentales sobre el tema. El primero hablaba de las consecuencias de la explosión de Little Boy en Hiroshima. El segundo hablaba del proyecto Manhattan donde se diseñaron ambas bombas.

Tras el ataque nuclear a Japón y el fin de la Segunda Guerra Mundial, las dos superpotencias que quedaban en el planeta se enzarzaron en una carrera armamentística que las llevaría años más tarde a la paradoja de asegurar una relativa paz entre las dos naciones a causa de la capacidad de cualquiera de ellas de aniquilar a la otra en caso de entrar en conflicto directo. Y ya desde el primer momento algunos vieron que un paso importante en esa carrera era la bomba de hidrógeno, una bomba nuclear de fusión varias veces más potentes que las bombas atómicas convencionales de fisión, como las dos que EEUU dejó caer sobre Japón. Para hacernos una primera idea del salto que supone la bomba de hidrógeno respecto a la de fisión, es elocuente el hecho de que el detonador de una bomba de hidrógeno no es otra cosa que una bomba atómica de fisión. La bomba de hidrógeno más potente jamás creada, la llamada bomba del Zar, llegaría a tener una potencia seis mil veces la de Little Boy.

Pues bien, algo que me llamó la atención fue que varios de los científicos involucrados en el proyecto Manhattan (auténticos genios como Neils Bohr, John von Newmann, Enrico Fermi o Richard Feynman) se opusieron al desarrollo de la bomba de hidrógeno. Una frase acerca de dicha bomba resumía su punto de vista (no recuerdo quién de ellos la dijo): "no sirve para destruir nada que quieras destruir". En fin, es demasiado grande.

Las bombas que acababan de desarrollar tenían una capacidad de destrucción jamás antes vista. Little Boy, la de Hiroshima, tenía una potencia de 16 kilotones (la de Nagasaki, Fat Man, era de 25 kilotones). Un kilotón corresponde a la fuerza explosiva de mil toneladas de TNT. O sea que es como si hubieran dejado caer 16000 toneladas de TNT sobre Hiroshima (y 25000 sobre Nagasaki). La magnitud de la explosión desafía a la imaginación. La temperatura subió inmediatamente a un millón de grados centígrados. Todo lo que estaba en un radio de 256 metros se convirtió en una gigantesca bola de fuego. En un radio de 1,6 kilómetros la destrucción fue total (las fotos aéreas de antes y después del bombardeo son impresionantes). Se calcula que 70000 personas murieron inmediatamente en Hiroshima. El cálculo de las muertes a finales de 1945 varía entre 90000 y 140000 personas, aunque si añadimos muertes causadas por otros efectos a medio y largo plazo (como el cáncer y la leucemia) seguramente las muertes ascenderían a más de 200000. En Nagasaki la destrucción fue de una magnitud parecida. Esta página sirve para hacernos una idea de qué pasaría si una bomba como la de Hiroshima cayera sobre nuestras casas.

Pues bien, aquellos que ayudaron a crear las armas que se usaron para causar tanta destrucción, consideraron que la bomba atómica era un arma adecuada. La de hidrógeno no, eso ya era pasarse. No dudo de las buenas intenciones de los científicos a la hora de oponerse a la bomba de hidrógeno. Sin embargo, serían dignos de estudio los procesos mentales que llevan a los individuos a justificar siempre lo que han hecho, sea lo que sea.