lunes, 4 de junio de 2012

La Normalidad


El otro día soñé que estaba en una banda de heavy metal (yo era el cantante, llevaba greñas, chupa de cuero, cadenas y toda la parafernalia heavy). Aparte de eso, lo único que recuerdo del sueño es el estribillo de la canción que cantaba: ¡Muera la normalidad! Así que al leer este texto hagan el favor de imaginárselo cantado a grito pelao y acompañado de guitarras distorsionadas.

Un domingo de mañana
pasea por la ciudad
un caballero cualquiera;
bajo el brazo lleva el pan.
En el quiosco de siempre
se ha detenido a comprar,
como siempre, su diario
de tirada nacional.
Ya lo coge distraído
mirando algún titular
(su equipo ganó el partido
pero la Bolsa va mal).
Sonriendo al quiosquero
enseguida va a pagar.
Del bolsillo la cartera,
y un billete saca ya
que le tiende al comerciante
con un gesto natural.
El billete tiene un vicio
un tanto particular:
el papel se curva como
si se quisiera enrollar.
Por qué será.
¡Muera la normalidad!

El marido llega a casa
cansado de trabajar;
la mujer, que le esperaba,
y le dice "hola, qué tal"
se levanta de la silla.
Él se sienta en el sofá.
Ella le mira con asco:
"Ni se te ocurra manchar
los muebles con esa ropa...
¡no me seas animal!".
El marido se despoja
de la ropa de faenar;
a su esposa se la entrega
y ya se ha vuelto a sentar.
La mujer mira las prendas
por delante y por detrás,
todas llenas de esas manchas...
"qué remedio, hay que frotar".
Roja oscura y ya reseca
la macabra suciedad
se resiste a los lavados,
la lejía y el Dixan...
...y no se va.
¡Muera la normalidad!

Un anónimo individuo
entre todos los demás,
gabardina y traje oscuro
canas y mediana edad,
sin nada que le distinga
camina en el bulevar;
luego dirige sus pasos
hacia las calles de atrás.
Se detiene en una esquina
porque acaba de encontrar
a una mujer que le mira
y cuyo oficio es amar.
Hablan, negocian y pactan
la tarifa y el lugar
y agarrados de la mano
hacia lo oscuro se van.
La mujer mira a la cara
del caballero y sin más
"Cómo te llamas, cariño",
pregunta por preguntar.
Qué sonrisa tan extraña
tiene el hombre al contestar
"Me llamo Jack".
¡Muera la normalidad!

Tras su mirada tan triste
es el típico chaval
que en su casa le recuerdan
cuando es hora de cenar.
Si por alguna suspira
a la chica le da igual;
tiene granos en la cara;
tiene sólo una amistad:
un amigo imaginario
aunque para él es real.
Del instituto es el paria,
del abusón punching ball.
¿Qué ocultan sus ojos tristes
y su mirada glacial?
Mientras pasa lista el profe
él está pero no está:
en su mente hay tiroteos
y un desenlace fatal.
Me pregunto si algún día
tanto caos y tanto mal
como guarda en su cabeza
de su cabeza saldrá.
Y qué más da.
¡Muera la normalidad!

2 comentarios:

  1. muy de acuerdo, y ya metidos en gastos que mueran tambien la normalización y la media aritmética

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  2. Que mueran, y si puede ser con dolor, mejor.

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