Levantó la cabeza del ordenador y miró alrededor. Era el momento. No había nadie en la sala, y era probable que no quedara casi nadie en todo el edificio. Se levantó y caminó hacia los aseos. Nada sospechoso. Miró hacia atrás de nuevo cuando estaba en el pasillo que llevaba a los baños, y también al cuarto de la fotocopiadora. Se iban a enterar. Se detuvo antes de llegar a los aseos. Volvió a mirar alrededor: todo tranquilo. La oficina tenía un aire fantasmal, toda vacía y con toda esa luz fluorescente. Esos negreros se iban a enterar. Hora tras hora de trabajo, mal pagado y ni siquiera agradecido. Horarios imposibles, exigencias desatinadas, todo, todo se lo iban a pagar. Entró sigilosamente. Al lado de la máquina estaba el botín, en una caja de cartón. Sería fácil, y ni siquiera se enterarían. Cogió un taco de folios y sopesó la cantidad. Cogió otro poco más. Un golpe perfecto.
Con una sonrisa irreprimible en los labios, salió del cuarto con el botín del atraco bajo el brazo. Ya estaba llegando a su sitio cuando se abrió la puerta de la oficina. Era su jefe.
- Vaya, Fernández, sigue usted trabajando a estas horas.
- En efecto, jefe - dijo y se sentó, dejando los folios al lado del ordenador. - Ya me iba. Usted también está teniendo un día largo, por lo que veo.
- Sí, así es. Aunque yo también me iba. Es que me he dejado las llaves del coche.
- Vaya. Buenas noches. - concluyó, mientras cerraba frenéticamente aplicaciones de ofimática, el navegador de Internet, las herramientas de gestión y otras cosas igual de poco estimulantes.
- Buenas noches, Fernández.
En el coche, camino a casa, escuchó la Cabalgata de las Valquirias y Así Habló Zaratustra, porque era la música más triunfal que tenía en el iPod.
Al día siguiente fue despedido de su trabajo por robar material. Él ya había empezado a usar los folios (y empezó a usar el tiempo libre tras la pérdida del empleo) para escribir la novela que le haría famoso.
"Me encanta que los planes salgan bien" dijo, y se encendió un puro.
bueno, puede suceder que salga bien alguna vez. a la fulana que escribio harry potter le fue fantasticamente y eso que lo escribio viviendo de la asistencia social
ResponderEliminarPero seguro que tuvo que pagar el papel.
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