martes, 26 de mayo de 2015

Sobre las ovejas Suffolk (dedicado a Cerro)

Mi amigo Gonzo el Gonzalo (aka Gonzalo el Cerrolaza) me ha pedido que escriba sobre las ovejas Suffolk, y como Gon el Zalo es un toledano malencarado y los toledanos malencarados en cuanto no les haces caso tiran de sirla y te rajan de arriba abajo y luego te sacan las tripas y te estrangulan con ellas hasta que te pones azul (pues menudos son estos bolos) voy a hacer lo que me pide.

Suffolk es el nombre de una raza de ovejas originaria de Inglaterra, singular e insular país de verdes praderas, cielos grises y rostros pálidos, aunque a veces un poco rojizos, por aquello de la ingesta masiva de alcohol para compensar la ausencia de un auténtico propósito en la vida, o la pérdida del Imperio, que es algo a lo que no terminan de acostumbrarse, igual que los toledanos, que son muy imperiales. Todo lo tienen imperial menos el imperio. ¿Dónde está el imperio? ¿Eh? ¿No hay imperio? No, no hay imperio. Entonces, ¿ciudad imperial de qué? Pues lo mismo les pasa a los ingleses que siempre están diciendo cosas como: "Oh, muchas gracias Lady Windybottom, agradezco de corazón su delicadeza y aceptaría gustoso otra taza de té, pero desde que las colonias hacen su propia vida independiente del dominio colonial de la Gran Bretaña, prefiero la ginebra a palo seco directa de la botella y si puede ser cayendo a través de un embudo para dirigir el chorro y que entre directamente al gaznate". Sí, aunque parezca mentira la frase "ginebra a palo seco directa de la botella y si puede ser cayendo a través de un embudo para dirigir el chorro y que entre directamente al gaznate" es una de las más pronunciadas por los lores ingleses y las loras inglesas, sólo que lo dicen en inglés, es decir, mal.

Las ovejas Suffolk, a diferencia de los lores y las loras, son indiferentes a la pasada gloria colonial del Reino Unido.

Las ovejas Suffolk tienen la cara negra y el cuerpo cubierto de lana blanca, lo cual les crea unas crisis de identidad tremendas pero que les duran apenas unos segundos, porque al fin y al cabo no son más que ovejas modorras y se distraen enseguida. Se trata de una raza dual, criada por la lana y por la carne. Esto no les crea crisis de identidad porque no saben lo de la carne, las muy bobas.

Las ovejas Suffolk no son una raza ovina especialmente explosiva, salvo que se les acople un artefacto explosivo oculto entre la lana, que puede ser detonado por un temporizador o bien mediante un mando a distancia. También puede llevar acoplado un detector de balidos, en cuyo caso se dará el peculiar fenómeno del balido letal. Se calcula que cero personas y un número indeterminado de ovejas (seguramente también cero) han muerto por el balido letal, y se barajan cifras similares para el total de muertes por explosiones de ovejas Suffolk. Esto no puede llevarnos a la complacencia de pensar que estamos seguros ante la amenaza de las ovejas Suffolk explosivas, pues esas pelambres a saber lo que esconden. También es cierto que la amenaza no es exclusiva de las ovejas Suffolk, sino que también puede venir de otros seres lanudos, incluyendo otras razas ovinas, las alpacas y los heavies.

En 1973, Lord Grumbling hizo una petición a las Naciones Unidas para que las ovejas Suffolk fueran declaradas Patrimonio de la Humanidad. En represalia, ese mismo año Mary Sue, una oveja Suffolk de Lord Grumbling, hizo una petición a las Naciones Unidas para que la humanidad fuera declarada patrimonio de las ovejas Suffolk. De momento, el organismo supranacional sigue debatiendo ambas propuestas.

2 comentarios:

  1. que no teman por la falta de propósito en la vida. ya se ha descubierto que el sentido de la existencia humana es el queso. y ya si es queso de ovejas Suffolk, pues no sé pero la idea es esa

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    1. Pues habrá quien piense que ser un subproducto del queso es aún más descorazonador que carecer de sentido por completo.

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