jueves, 12 de enero de 2012

Romance de la crisis

Aunque tenga poco seso,
he vivido larga vida
y el demonio es más demonio
por edad que por valía;
el problema tan peludo
que preocupa a Sus Ñorías
lo he molido en mi molino
y lo traigo ya hecho harina.
Se lo dejo a poco precio,
pues de balde es mi tarifa,
por no andarme en regateos
siendo todos gente fina;
tan solo quiero que sepan
pa que luego no se diga
que también me compadezco
de la pobre plusvalía.
Si el problema son los fondos,
en el fondo, yo diría,
que es problema sin sustancia
o dificultad fingida,
pues los pozos que conozco,
por azar o ingeniería
todos tienen dichos fondos
más abajo o más arriba.
A mi madre, de pequeña,
ya mi agüela se lo hacía,
y lo mismo hizo conmigo,
cuando infante fui, la mía;
¡hay que hacer caso a las madres
y a su gran sabiduría:
si dan guerra los activos
hay que atarlos a la silla!
Por si alguno quiere lentes,
me ha encargado que les diga,
la Juana que es boticaria,
framaceútica y vecina,
que las tienen muy baratas,
dos por uno en la botica,
que verán mejor las cosas
y tendrán así divisas.
Por no ser impertinente
y evitar la grosería
no entraré mucho en detalles
(no se cansen, no lo pidan)
no entraré en detalles, digo,
de cómo resolvería
la falta de liquidez
anegándola en orinas.
El producto de interior,
que lo sé muy bien de oídas,
le ha gustado siempre bruto,
a la bruta Economía:
pues bruto lo encontrarán
a puñados en Castilla,
y si no les digo nombres,
el Aurelio o el Matías...
Si es asunto de dinero,
como yo me suponía,
me parece que un detalle
pequeño se les olvida:
el dinero, caballeros,
por ahora, a mí me evita.
Pregunten a sus bolsillos
dónde vuela y dónde anida.

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